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Nos estamos quedando cortos con los objetivos de desarrollo sostenible… qué sigue



En el panorama actual, los Objetivos Globales establecidos por la ONU han revelado un desafío importante: la distancia entre la ambición y la realidad.


Bjorn Lomborg, un respetado economista cuyo trabajo ha resonado a lo largo de los años, aborda la cuestión de los Objetivos Globales y su consecución.


A todo esto, qué son los objetivos globales


Los Objetivos Globales, una iniciativa formulada por la ONU, representan una estrategia impresionante que surgió de la necesidad de abordar los problemas más apremiantes del mundo y establecer una medición concreta del progreso en relación a ellos.


Estos 17 objetivos engloban compromisos variados, desde erradicar la pobreza extrema y el hambre hasta abordar el cambio climático, la educación, la desigualdad y la corrupción.


El presente año marca el punto intermedio entre la implementación de los objetivos en 2016 y la fecha objetivo en 2030. Aunque han tenido un impacto positivo, el mundo está quedando rezagado en la mayoría de estos propósitos.


Este momento crucial brinda la oportunidad para una evaluación ponderada de los Objetivos Globales, también denominados Objetivos de Desarrollo Sostenible, para reconocer los logros, aceptar los desafíos y perfeccionar el enfoque con el fin de maximizar los beneficios para las poblaciones más necesitadas.


Comencemos con un aspecto que ha demostrado su eficacia. La fortaleza de los objetivos radica en su capacidad para promover consenso y establecer métricas claras para la evaluación del avance.


Estos acuerdos han impulsado la acción concreta, y gobiernos, organizaciones y financiadores se han comprometido a proporcionar ayuda y apoyo a los más desfavorecidos, utilizando los objetivos como hoja de ruta para orientar sus inversiones. En efecto, como dice el refrán, "lo que se mide, se gestiona".


La magnitud de los objetivos globales


Sin embargo, se presenta un desafío fundamental: la magnitud de los Objetivos Globales. Estos 17 compromisos conllevan un número sustancial de metas, exactamente 169 en total. Esta abundancia de metas no sería en sí misma problemática si hubiera una respuesta financiera igualmente amplia.


Lamentablemente, la financiación para estos objetivos enfrenta un déficit estimado entre 10 y 15 billones de dólares anuales durante el resto de la década. Esta cifra asombrosa equivale aproximadamente a los ingresos fiscales generados por todos los gobiernos del mundo.


Qué se puede hacer para enfrentar un futuro más incierto


Ante este desafío, se requiere una estrategia bifurcada. En primer lugar, es esencial cerrar la brecha financiera. Los donantes deben cumplir y superar sus compromisos para cumplir con los objetivos establecidos.


A pesar de que la ayuda exterior experimentó un incremento general en 2022 por cuarto año consecutivo, gran parte de este aumento se destinó a la asistencia humanitaria y a la atención de refugiados, particularmente debido al conflicto en Ucrania. De hecho, la asistencia a los países más desfavorecidos disminuyó en realidad.


Aunque hay ejemplos notables de acciones positivas. Países como Francia, los Países Bajos, Estados Unidos y China han aumentado recientemente su financiamiento para la salud en naciones de bajos ingresos.


En segundo lugar, es imperativo reconocer que la inflación y el aumento de las tasas de interés están poniendo a prueba la capacidad de los gobiernos para responder. La realidad es que no se encontrarán 10 billones de dólares adicionales cada año para los Objetivos Globales. En consecuencia, es esencial identificar las inversiones más efectivas en desarrollo: aquellas que generen el máximo impacto con los recursos disponibles.


Afortunadamente, esto no es un proceso a ciegas. Gracias a décadas de investigación sobre estrategias eficaces, es posible utilizar datos para discernir las mejores intervenciones.


Por ejemplo, en un proyecto reciente liderado por Bjorn Lomborg y presentado en su libro "Best Things First", economistas han identificado 12 políticas altamente eficaces que proporcionan beneficios sustanciales a un costo relativamente bajo.


Este análisis reveló que mejoras sencillas en condiciones durante el parto podrían salvar las vidas de 166,000 madres y 1.2 millones de recién nacidos anualmente, con un costo inferior a los 5 mil millones de dólares al año.


Además, una inversión adicional de 5.5 mil millones de dólares al año en investigación y desarrollo agrícola para poblaciones vulnerables podría combatir la desnutrición, fortalecer la resiliencia de los agricultores en un clima cambiante y reducir los costos de los alimentos, generando beneficios a largo plazo valuados en 184 mil millones de dólares anuales.


Otras recomendaciones abarcan la prevención de enfermedades como la tuberculosis y la malaria, la expansión de programas de inmunización infantil, la mejora de la educación y la consolidación de los derechos de propiedad de la tierra.


En resumen, este proyecto concluye que la implementación de estas 12 políticas podría salvar más de 4 millones de vidas para el año 2030 y generar beneficios económicos anuales de 1.1 billones de dólares para países de ingresos bajos y medianos bajos.


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Vía: GN



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