En apenas dos meses, un cuerpo de agua en el Lago de Xico, parte del Área Natural Protegida (ÁNP) del Lago Tláhuac-Xico, se ha secado por completo. Este espacio, declarado como ÁNP el pasado 11 de enero de 2024, enfrenta ahora una crisis ambiental alarmante.
¿Qué es un humedal y para qué sirve?
Los humedales son ecosistemas vitales que desempeñan un papel crucial en la regulación del clima, la purificación del agua y la conservación de la biodiversidad. Actúan como esponjas naturales, absorbiendo el exceso de agua durante las lluvias y liberándola en tiempos de sequía, lo que ayuda a prevenir inundaciones y mantener el equilibrio hídrico.
Además, son refugios para una amplia variedad de flora y fauna, incluyendo muchas especies endémicas y migratorias. La preservación de estos espacios es esencial para la salud ambiental y el bienestar humano, especialmente en un contexto de cambio climático y creciente presión sobre los recursos naturales; por eso la creciente preocupación del humedal Xico.
¿Qué le paso a Xico?
En abril, aunque el impacto de la sequía era evidente, todavía había presencia de agua. Hoy, el suelo es árido y algunas plantas comienzan a brotar en lo que antes era un cuerpo de agua. Según las cifras oficiales más recientes, el conjunto lacustre abarcaba 3,587 hectáreas, de las cuales el 66.34% se encuentran en la Ciudad de México y el 33.66% en el Estado de México.
En el 2021 un cuerpo de agua contiguo al que ahora presenta la emergencia se secó tras tres años de descenso en el nivel del agua, marcando la primera señal de alerta. La falta de lluvias y el aumento de temperaturas han exacerbado la situación, haciendo que el área desecada siga expandiéndose.
La Secretaría de Medio Ambiente, al declarar la zona como ÁNP, enfatizó que el objetivo es proteger y conservar los ambientes naturales representativos de diversas regiones biogeográficas y ecológicas, así como los ecosistemas más frágiles.
Sin embargo, hoy solo el cuerpo principal del lago mantiene agua, aunque a niveles tan bajos que ya empiezan a aparecer cúmulos de tierra.
Armando Rosales, experto en urbanismo y recursos hídricos, expresó su preocupación, destacando que la situación es especialmente grave debido a la ubicación del lago en los límites de dos entidades, lo que debería implicar una protección metropolitana.
"Requiere de un Plan Metropolitano para su manejo; esta es una de las muestras más importantes de la sequía en la Ciudad de México", resaltó Rosales.
El lago depende de los escurrimientos de la Sierra de Santa Catarina y de las lluvias, pero la falta de estas en los últimos años ha llevado la situación a un punto crítico. Además, desde 2017, la zona se ha convertido en un sitio de depósito irregular de desechos de construcción, agravando aún más la crisis.
"Es una de las zonas más preocupantes respecto a la sequía en la Ciudad de México y es crucial por la llegada de aves migratorias a la Zona Metropolitana", añadió Rosales.
En 2022, la entonces Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, presentó un proyecto para utilizar este lago para suministrar agua potable a los habitantes de la Ciudad de México; durante su campaña presidencial volvió a destacar esta propuesta.
Sin embargo, Rosales considera esta opción inviable debido a la falta de capacidad del lago para abastecer a la ciudad, subrayando la necesidad urgente de un plan ambiental.
"Debemos evaluar los estragos de la sequía y el cambio climático, porque estamos en riesgo de perder uno de nuestros humedales más importantes, que funciona como un regulador clave del clima en la Ciudad de México", advirtió.
Hasta antes de la sequía, el Lago Tláhuac-Xico era una zona rica en biodiversidad. La sequía ha tenido un impacto devastador: se registraban 169 especies de flora y fauna, incluyendo 111 plantas vasculares y 58 animales; el 80% de los anfibios y el 74% de los reptiles de la zona tienen algún grado de endemismo en el país; casi el 70% de los reptiles y el 55% de los anfibios registrados en la Ciudad de México y zonas aledañas se encontraban allí.
Sin agua, es urgente revisar el impacto actual en las especies.
¿Qué pensamos en #PlanetaB?
La situación del Lago Tláhuac-Xico no solo es una llamada de atención sobre los efectos devastadores de la sequía y el cambio climático, sino también un recordatorio de la urgente necesidad de una gestión ambiental responsable y coordinada.
Este suceso pone en evidencia la fragilidad de nuestros ecosistemas y la ineficacia de las políticas actuales para protegerlos. La crisis no se debe únicamente a factores naturales, sino también a la falta de acciones concretas y sostenibles por parte de las autoridades y la sociedad en general.
La declaración de ÁNP, aunque bien intencionada, resulta insuficiente si no va acompañada de un plan metropolitano de manejo y conservación que involucre a todas las entidades pertinentes.
Además, el uso indebido del área como depósito de desechos de construcción agrava aún más la situación, demostrando la necesidad de una mayor vigilancia y cumplimiento de las normativas ambientales.
Es imperativo que se adopten medidas inmediatas y efectivas para mitigar los efectos de la sequía y restaurar el equilibrio de estos ecosistemas. Esto incluye la implementación de programas de reforestación, la regulación estricta del uso del suelo y el control de actividades humanas que contribuyen a la degradación del ambiente.
Si ignoramos estas señales de alerta podría llevar a consecuencias irreversibles, no solo para el entorno natural, sino para nuestra calidad de vida y las generaciones futuras. La protección de nuestros humedales debe convertirse en una prioridad ineludible en la agenda pública y privada, reconociendo que en su conservación reside la clave para un futuro sostenible y equilibrado.
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