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Brasil, África y la deuda que se paga con tecnología agrícola

  • Foto del escritor: Planeta B
    Planeta B
  • hace 2 horas
  • 2 Min. de lectura

En el mundo de hoy, donde el cambio climático, la inseguridad alimentaria y las desigualdades históricas se entrelazan, las soluciones ya no pueden limitarse a declaraciones diplomáticas ni a donaciones puntuales. Necesitan acciones concretas, sostenidas y, sobre todo, basadas en cooperación real.


En este contexto, el reciente discurso del presidente brasileño Lula da Silva resuena con fuerza en los espacios de diálogo global sobre medio ambiente, justicia climática y desarrollo rural.


Una propuesta de cooperación, no de caridad


Durante la apertura del 2º Diálogo Brasil–África sobre Seguridad Alimentaria, Lucha contra el Hambre y Desarrollo Rural, Lula reconoció públicamente una deuda histórica de Brasil con África, derivada de más de tres siglos de esclavitud.


“Son 350 años de explotación que no se pueden pagar con dinero, pero sí con solidaridad, tecnología y conocimiento agrícola”, afirmó.

Lula propuso que Brasil pague esa deuda no con dinero, sino con transferencia de tecnología agrícola, especialmente aquella desarrollada para climas semiáridos y basada en prácticas sostenibles.


En este evento, que se celebra en Brasilia y reúne a más de 40 delegaciones africanas, se promueve el intercambio de experiencias en agricultura familiar, sistemas integrados, salud del suelo, bioinsumos y gestión del agua.


Las visitas técnicas incluidas en el programa muestran cómo la ciencia y la innovación brasileña han permitido producir alimentos en condiciones climáticas desafiantes, como en Petrolina (Vale do São Francisco), donde se cultivan frutas en zonas áridas con sistemas de riego eficiente y cultivos tropicalizados.


No basta producir, hay que compartir el conocimiento


En su intervención, Lula también mencionó la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, impulsada por Brasil en su presidencia del G20, como un intento de movilizar conciencia y acción internacional frente a los desafíos alimentarios del sur global.


Este tipo de propuestas no son nuevas, pero sí urgentes. Lo que cambia es el tono: Lula no habla desde la condescendencia, sino desde una postura de responsabilidad histórica, de aprendizaje compartido y de la necesidad de construir relaciones horizontales entre países del sur global.


¿Qué pensamos en PlanetaB? La cooperación agrícola también es un acto de justicia climática


En un momento en que África se lleva una de las peores partes del cambio climático sin haber sido responsable de él, la transferencia de tecnología adaptada al clima puede marcar la diferencia. Pero esta cooperación solo será efectiva si se basa en el respeto, la horizontalidad y la escucha activa de las necesidades locales.


Brasil tiene mucho que ofrecer. Pero también mucho que aprender de los sistemas de conocimiento africanos. La agroecología, la resiliencia comunitaria y las prácticas ancestrales deben ocupar un lugar tan importante como la innovación técnica.


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