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Cuando el dinero habla: Los bancos estadounidenses abandonan el financiamiento fósil pese a la política

  • Foto del escritor: Planeta B
    Planeta B
  • 12 ago
  • 3 Min. de lectura

En un giro que evidencia la desconexión entre política y mercado, los principales bancos de Estados Unidos están reduciendo drásticamente su financiamiento a proyectos de combustibles fósiles, pese a la insistencia de una administración empeñada en mantener el flujo de capital hacia carbón, petróleo y gas.


Este movimiento no es un capricho ideológico, sino una respuesta calculada ante riesgos crecientes, volatilidad y la inevitable transición hacia energías limpias. ¿Qué nos dice esto sobre el futuro energético y financiero del país?


La gran retirada financiera de Wall Street en combustibles fósiles


Hasta el 1 de agosto de 2025, los seis bancos más grandes de Wall Street han reducido su financiamiento a proyectos de petróleo, gas y carbón en un 25% anual, pasando de aproximadamente $97 mil millones en 2024 a $73 mil millones este año.


Por ejemplo, Morgan Stanley ha reducido su apoyo a estos sectores a la mitad, mientras que JPMorgan Chase apenas se ha recortado un 7%. Wells Fargo sigue siendo el mayor financiador con $19.1 mil millones, aunque un 17% menos que el año pasado.

Estas cifras no son un simple ajuste; son una señal clara de cómo el capital está dejando de ser amigo de las viejas fuentes energéticas, incluso cuando la Casa Blanca parece estar en modo “bombo y platillo” promoviendo el “hermoso carbón limpio”.


Política vs. Mercado: Un duelo innecesario


Mientras la administración Trump y gobiernos estatales en regiones petroleras insisten en revivir y proteger el sector fósil, las instituciones financieras más poderosas eligen otra ruta.


No por una postura ideológica, sino por pragmatismo: los proyectos a largo plazo en combustibles fósiles están expuestos a riesgos regulatorios, precios volátiles y competencia creciente de tecnologías limpias.


Las tasas de interés al alza elevan el costo del capital, haciendo que los proyectos marginales dejen de ser atractivos. Por otro lado, invertir en energía renovable y modernización de infraestructura energética es cada vez más rentable y alineado con las tendencias de demanda y política global.


Impacto en la industria y perspectivas a futuro


Desde la exploración hasta la refinación, la restricción crediticia afectará principalmente a las empresas pequeñas y medianas, mientras que las grandes, con mejor acceso a mercados de bonos, mantienen cierta capacidad operativa, aunque con disciplina financiera.


El crecimiento de producción de petróleo y gas podría estancarse e incluso caer, impulsado por la escasez de financiamiento y el envejecimiento de los principales yacimientos.


La capacidad de refinación se mantiene estancada, con pocas plantas nuevas en construcción y varias transformándose o cerrándose. El resultado es un suministro fósil cada vez más rígido y vulnerable a fluctuaciones de precios.


¿Qué pensamos en #PlanetaB? ¿Ignoramos lo obvio por intereses políticos?


Es fascinante observar cómo, en pleno siglo XXI, la política energética estadounidense parece sacada de otra era, con una administración que repite sin descanso su apoyo al carbón “limpio” y a la expansión fósil, mientras el dinero inteligente se aleja.


La desconexión es tan flagrante que ya no se trata de debate sobre si se debe apostar por energías limpias, sino de comprender que el capital privado responde a realidades económicas, no a discursos políticos.


Si queremos un futuro energético sostenible y competitivo, el llamado no es solo para los bancos, sino para los responsables políticos y ciudadanos. Ignorar esta dinámica es arriesgarse a un choque inevitable entre promesas y hechos.


La transición energética no espera a que cambie la narrativa política; avanza impulsada por las decisiones financieras y la innovación tecnológica.


Empresarios, inversores y responsables de política pública deben dejar de jugar a la política y empezar a anticipar el futuro. Es hora de redireccionar esfuerzos hacia energías limpias, eficiencia y resiliencia. Mantenerse anclados al pasado no solo es costoso, sino peligroso.


Reflexionamos actuemos sobre cómo sus decisiones, desde la inversión hasta el voto, pueden acelerar una transición energética necesaria para evitar crisis ambientales y económicas. La oportunidad está aquí; el tiempo, en cambio, es un lujo que no tenemos.

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