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CDMX se lanza al fondo: comienza la explotación del acuífero profundo

  • Foto del escritor: Planeta B
    Planeta B
  • hace 2 días
  • 3 Min. de lectura


La Ciudad de México empieza a extraer agua de pozos profundos de hasta 2 km bajo tierra. ¿Solución urgente o parche desesperado? Analizamos los riesgos, los antecedentes y lo que esta decisión implica para el futuro hídrico de la capital.


¿Solución visionaria o acto de desesperación con visión de túnel?


En tiempos de crisis hídrica, cualquier gota cuenta. Y la Ciudad de México, con su característico ingenio y urgencia estructural, ha comenzado a extraer agua de su acuífero profundo, una reserva subterránea que yace a 2 kilómetros bajo el suelo capitalino.


El líquido tiene más de 5,800 años de antigüedad, lo cual, lejos de sonar refrescante, nos recuerda que estamos escarbando el pasado —literalmente— para mantener a flote el presente.


Dos pozos están hoy activos: uno en Iztapalapa, junto a la Central de Abasto (San Lorenzo), y otro en Xochimilco, en Canal de Chalco (Santa Catarina 3). Aunque originalmente creados con fines científicos, ambos ya forman parte de la red de suministro para colonias del oriente de la ciudad.


¿De dónde viene esta agua milenaria?


Las obras de perforación, iniciadas entre 2011 y 2017 con ayuda de Pemex, confirmaron la existencia de un segundo acuífero más profundo. Estudios del Instituto de Geología de la UNAM, usando análisis de Carbono 14, dataron el agua en más de 5,800 años. Este hallazgo, lejos de ser motivo de celebración arqueológica, se convirtió en un salvavidas hídrico.


El pozo Santa Catarina 3 abastece zonas de Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco. El pozo San Lorenzo, por su parte, entrega 60 litros por segundo a Iztapalapa y Chalco, aunque primero debe pasar por una línea de enfriamiento —sí, el agua sale caliente— antes de ser potabilizada.


Los pozos dormidos y los dilemas subterráneos


Tres pozos más —en Mixhuca y el Cerro de la Estrella— permanecen fuera de servicio. ¿Por precaución técnica o simple negligencia? La Secretaría de Gestión Integral del Agua (Segiagua) dice que no se habilitaron ni siquiera durante el estiaje más severo. Aparentemente, extraer agua a 2,000 metros bajo tierra no es tan plug-and-play como parecía en los estudios de ingeniería.


Mientras tanto, los hundimientos en la ciudad —provocados por la sobreexplotación del acuífero superficial, ubicado entre 100 y 400 metros de profundidad— continúan, aunque los expertos estiman que extraer de estratos más profundos podría no agravar el problema. Según Moisés Contreras, del Instituto de Ingeniería de la UNAM, el material a esa profundidad es mucho más compacto, como si se extrajera agua de una cisterna sellada bajo concreto.


¿Qué pensamos en #PlanetaB? ¿es esto sustentabilidad... o solo estamos posponiendo el colapso?


Que la capital del país comience a depender del agua fósil, aquella que tardó miles de años en acumularse, es el equivalente hídrico a romper el cochinito familiar para pagar el súper. Puede sonar heroico, pero también revela lo profundamente mal administrada que ha estado nuestra relación con el agua.


La extracción del acuífero profundo no es una solución de largo plazo; es una medida de emergencia que enmascara una realidad incómoda: la ciudad crece más rápido que su infraestructura, y sus decisiones —más reactivas que estratégicas— apenas alcanzan a tapar los hoyos, literal y metafóricamente.


El llamado es claro: necesitamos repensar nuestra gestión del agua, invertir en captación de lluvia, infraestructura verde y reducción de fugas. Y sobre todo, exigir transparencia y planificación a futuro. Porque si estamos bebiendo agua de hace 6,000 años para sobrevivir hoy… ¿qué vamos a dejar para el mañana?



📷 Bluewire

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