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La cruzada de Howard Buffett contra la coca en Colombia: ¿filantropía o quimera?

  • Foto del escritor: Planeta B
    Planeta B
  • hace 4 minutos
  • 3 Min. de lectura

En un país donde la coca no es solo una planta, sino el sustento de miles de familias atrapadas entre la violencia y la pobreza, Howard Buffett, hijo del magnate Warren Buffett, ha apostado US$170 millones para cambiar las reglas del juego.


Su plan, junto a Mercy Corps, busca convencer a agricultores de abandonar los cultivos ilícitos por alternativas legales como el café.


Pero en regiones marcadas por el abandono estatal y el control de grupos armados, ¿es suficiente el dinero para desarraigar un sistema tan profundamente establecido?


Un filántropo en la selva: el plan de Buffett


No es la primera vez que se intenta. Décadas de esfuerzos conjuntos entre Colombia y Estados Unidos han buscado desterrar la coca, con resultados que, siendo generosos, podríamos llamar mediocres.


La estrategia de Buffett, sin embargo, tiene un giro: no solo se trata de erradicar, sino de construir. Los campesinos reciben asesoramiento agronómico, herramientas y fertilizantes para cultivar café y otros productos legales.


En el Cauca, laderas que antes albergaban coca ahora lucen sembradíos de café. Un cambio de postal, pero ¿sostenible?


El proyecto no es poca cosa. En regiones como el Catatumbo, donde la violencia de bandas criminales y milicias armadas desplaza a miles, convencer a un agricultor de abandonar la coca es como pedirle que camine por un campo minado con los ojos vendados.


La coca no es solo un cultivo; es el sustento de 230,000 familias, un número que se ha disparado en los últimos cinco años, según datos del Gobierno colombiano. Frente a esta realidad, los US$170 millones de Buffett parecen una gota en un océano turbulento.


Los riesgos de la apuesta: un terreno inestable


Hablemos claro: el narcotráfico no es solo un negocio, es un sistema. En el Cauca y el Catatumbo, la presencia del Estado se reduce a operativos militares y policiales.


¿Infraestructura? Escasa. ¿Educación? Un lujo. ¿Salud? Un sueño. Sin estas bases, la sustitución de cultivos es como construir un castillo de naipes en medio de un huracán.


The Wall Street Journal lo señala sin tapujos: las milicias secuestran, atacan con drones y controlan el territorio. Los campesinos, atrapados entre la espada y la pared, ven en la coca una certeza que el café no siempre ofrece.


Y luego está el elefante en la habitación: la amenaza de sanciones. La administración Trump podría descertificar a Colombia en su próximo informe sobre drogas, previsto para septiembre de 2025.


Una calificación negativa podría traducirse en recortes de ayuda o aranceles que costarían al país unos $2 billones. ¿Ironía? Mientras Buffett invierte millones en cambiar el juego, las políticas internacionales podrían darle un jaque mate.


¿Resultados reales o espejismo filantrópico?


No todo es pesimismo. Hay historias de éxito: campesinos que, con el respaldo de Mercy Corps y la fundación de Buffett, han transformado sus tierras y sus vidas. Pero el alcance es limitado.


Sustituir cultivos en El Tambo es un logro, pero Colombia no es solo El Tambo. La coca sigue siendo el cultivo por defecto en vastas regiones, alimentando un mercado internacional que no parece saciarse.


Y mientras el Estado no llene los vacíos que el narcotráfico explota con maestría, estos esfuerzos, por nobles que sean, corren el riesgo de ser parches en una herida que no deja de sangrar.


¿Qué pensamos en #Planeta?


La cruzada de Howard Buffett es un destello de esperanza en un panorama sombrío, pero no nos dejemos cegar por el brillo. Cambiar cultivos no es solo cuestión de dinero o voluntad; requiere un Estado presente, no solo con fusiles, sino con carreteras, escuelas y hospitales. La filantropía puede encender la chispa, pero sin un plan integral, el fuego no prende.


Así que, ¿qué hacemos? Apoyemos iniciativas como la de Buffett, pero exijamos más. Presionemos por políticas que no solo castiguen, sino que construyan. Porque si algo nos enseña Colombia, es que la coca no se derrota con dólares ni con drones, sino con oportunidades.


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📷Bloomberg

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